viernes, 14 de enero de 2011

En Cuenca (III)

Mirando a Cuenca desde el hotel.

En Cuenca (II)

En Cuenca

sábado, 8 de enero de 2011

Francia - Blois (Tours, Pagoda de Chanteloup, Castillo de Amboise) (Día 7)

El séptimo día de estancia en Francia fuimos en primer lugar a Tours, que está a unos 50 minutos de Blois en coche a través de la autopista.

La ciudad nos gustó bastante. Era domingo y visitamos la catedral, en donde estaban acabando un oficio religioso maravillosamente adornado por un buen coro y un magnífico organista. Al terminar la Misa, Giovanni comprobó que el organista era poco más que un adolescente. Cosas de la educación musical allende los Pirineos.


Todas estas ciudades del Loira están marcadas por la historia de Juana de Arco, y cada una trata de sacar algo, incluso si lo único que hizo allí la santa francesa fue estornudar.




También es famoso Tours por uno de sus santos: San Martín de Tours (a pesar de que nació en l actual Hungría). Estuvimos en la Iglesia de San Martín, donde fue descubierta su tumba a principios del siglo XX.


A continuación tomamos el coche hacia Amboise y como nos confundimos, pasamos por Vouvray, un pueblo que se dedica fundamentalmente al vino. Es un pueblo alargado siguiendo la carretera y con viñedos y bodegas por todas partes. Elegimos un restaurante para comer donde vivimos uno de los momentos gastronómicos del viaje. La comida fue fantástica, el precio ajustado y el servicio y el vino excepcionales. Al llegar al postre, no me hice entender muy bien (sí, yo era el traductor) con el camarero pues M. quería un postre de queso como el que habíamos pedido los demás y pensó que él quería un plato de queso.

El postre de queso era exquisito, pero el plato de queso fue maravilloso. Apareció con una mesa auxiliar de dos pisos con diferentes tipos de quesos y animó a M. a elegir...

Como había mucha gente para entrar en Amboise, nos desviamos a la Pagoda de Chanteloup, que ha sido, con diferencia, lo que más nos ha defraudado. La entrada costaba unos 8 euros y la visita es a un edificio "curioso" en forma de pagoda y a los jardines circundantes. Nada más. La pagoda no tiene en su interior más que unos paneles explicativos.


Recreación del aspecto original de la Pagoda de Chanteloup


Después llegamos al Castillo de Amboise, donde Giovanni y Marilú se quedaron en un café porque estaban cansados y JuanMa, M. y yo nos fuimos a visitar el Castillo. Es muy bonito, aunque lo que queda en pie es muy poco, en realción a lo que estaba originalmente construido. Eso sí, compensa la visita, a mi entender, poder visitar la tumba de Leonardo da Vinci.

El Castillo domina el pueblo y el Loira y está rodeado por unos muros imponentes.
Vista de Amboise desde el otro lado del río






Después pasamos delante del castillo de Chaumont sur Loire que ya no pudimos visitar debido a la avanzada hora y volvimos a Blois, ciudad que terminamos de ver, ya que al día siguiente marchábamos de nuestro cuartel en el Loira.

viernes, 7 de enero de 2011

Francia - Blois (Castillos de Chenonceaux y Cheverny) (Día 6)

Continúo contando el viaje a Francia del verano de 2010, que este año me he despistado ¡Pensar que la última vez que conté algo fue el 29 de octubre!

Este día era en el que Charlotte nos iba a abandonar en Blois pero íbamos a recoger a JuanMa. Como su mujer tiene menos vacaciones que él, le animó a que sustituyera a Charlotte. Aprovechamos las excelentes comunicaciones por tren que tenía Blois.

Nos levantamos tempranito y fuimos al Castillo de Chenonceaux. Es un castillo hermosísimo, según las guías de lo mejorcito del Loira y no nos defraudó. Es un castillo-puente. No es muy grande, para lo que pensamos que es un castillo, y eso le da un gran encanto. Además se nota que quien lo construyó y sobre todo quien lo habitó consiguió hacer de él un verdadero hogar.

Pequeña decepción al llegar y ver una de las fachadas con andamios.


Junto a nosotros, a la derecha hay una torre que fue el germen del castillo.


Pero al dar una pequeña vuelta por los jardines pudimos contemplar el castillo en su esplendor.


El interior es agradable y acogedor donde se nota la mano de las mujeres que acogió: Diana de Poitiers y Catalina de Médicis. Destaca un salón de baile que ocupa prácticamente una planta del castillo.
Este salón fue utilizado como frontera entre la Francia ocupada y la Francia libre en la Segunda Guerra Mundial. Gracias a Dios, nunca se usaron los explosivos que los nazis habían puesto en el castillo.

Desde las ventanas de este salón se contemplan maravillosas vistas del río Cher.


En la finca donde está el castillo hay una granja.


Con la escultura (inevitable en este viaje) de Manolo Valdés.


Volvimos a Blois para recibir a JuanMa, que había salido por la mañana de Madrid a París en avión y allí había tomado un tren hasta Blois. Aprovechamos para pasear por la ciudad y después nos fuimos al Castillo de Cheverny.


Este castillo es celebérrimo por haber sido el modelo escogido por Hergé para el Castillo de Moulinsart, donde vivía el Capitán Haddock.



Pero Hergé suprimió las dos torres laterales.

Es un castillo que sigue perteneciendo a la misma familia desde hace cientos de años, que explota la finca y que ha formado cooperativas con los agricultores y ganaderos de la zona. Todos los productos los venden en la tienda del castillo, además de todo lo relacionado con Tintín.


Una parte del castillo no se puede visitar pues es donde vive la familia propietaria. También enseñan en una habitación las fotografías de los actuales dueños y sus hijos, así como el vestido de novia en la última boda, hace pocos años. Seguró que salió en el "Hola" francés.

Después de eso volvimos todos a Blois para visitar la ciudad detenidamente y esperar la llegada del tren París - Madrid que había de llevarse a nuestra querida Charlotte. Por cierto, hay que destacar la belleza de Blois y su castillo, y el placer de pasear por sus calles.

Otra estatua de Juana de Arco, omnipresente en el Valle del Loira.


jueves, 6 de enero de 2011

Fin de año y comienzo de año

Anteayer estaba duchándome cuando sonó el teléfono. Mi madre me dijo que su único primo había muerto en la ciudad castellaa donde vivía. Tenía 85 años, y había salido recientemente de una operación de cadera con éxito. Se estaba recuperando muy bien y, repentinamente, tuvo una embolia y murió. Así que comencé el año visitando un tanatorio, al igual que la semana anterior.

Mi madre ha tenido altibajos en su relación con su primo. Muchos años de maravilla, ya que eran los únicos y se llevaban muy bien. Cuando murió la madre de mi primo y su padre empezó a hacer ciertas "faenas" a mi madre y sus hermanas la relación se enfrió. Los últimos años, creo que mejoró, pues el primo recordaba cada vez más los tiempos jóvenes (como les suele ocurrir a las personas mayores). Este señor, se casó mayor (52 años) y tiene una hija treintañera.

Después de ducharme el martes fuimos a comprar los regalos de Reyes. A la vuelta a casa planeamos ir el miércoles al entierro y volver en el día o, si terminábamos tarde de comer con nuestra familia (que iría, previsiblemente) quedarnos en un hotel y volver hoy. Después de comer pensé que lo mejor era salir inmediatamente, llegar al tanatorio, acompañar a su mujer e hija y, al día siguiente, ir al entierro tranquilamente, sin los agobios de los atascos de salida de Madrid, las obras u otros imprevistos.

En el tanatorio vi a la hija de este señor, destrozada por el cansancio y la sorpresa ante el fallecimiento inesperado. Estuvimos con su madre (bastante más joven que su marido). Al cabo de un rato, por azar, me quedé a solas con su hija (a quien apenas he visto siete u ocho veces en reuniones familiares) y me negué a decirle las frases hechas que se suelen decir en estos casos. Le dije que le iba a echar de menos, que iba a llorar, a estra triste, pero que pensase que ha tenido la suerte de tener un padre al que ha querido y que le ha querido durante más de treinta años. Le echarán de menos en las celebraciones, en las fiestas, en las Navidades. Las primeras serás duras, pero no serán las únicas en las que le recordarán y por unos momentos, tengan un nudo en la garganta al pensar en él. Muchas veces pensará en si está haciendo las cosas bien o mal y cómo las hubiera hecho su padre. Pero en cualquier caso, debía estar contenta por haber tenido la suerte de haberle tenido con ella.