domingo, 24 de julio de 2011

Mi retorno a York (II)

Dado que el horario de autobuses desde Castle Howard a York era bastante malo, opté por volver en el que llegaba a las 15:00. Fui directamente a ver a M., que estaba en la cola del concierto. ¡Ojo! La cola era para conseguir sitio en la primera fila, las entradas estaban compradas desde hacía meses.

Fui al hotel sorprendido por la animación de las calles del centro de York, atestadas de gente y con todas las tiendas abiertas. Comí algo por el camino y volví a toda prisa ante un sms de M. : se rumoreaba que iban a abrir antes de la hora y él tenía mi entrada.

Al final abrieron cuando estaba previsto, nos registraron y tuvimos que esperar dentro, separados por cinco o seis metros: la distancia que separaba la gloria de los que habían pasado muchas horas allí del resto de mortales.

Una vez abiertas las puertas, M. se apalancó con mucha técnica en primera fila (la práctica hace maestros). Yo estaba apenas dos metros detrás de él. Tocó primero un grupo "Mona" que sonaron muy bien y que arrancaron muchos aplausos. Pero en el momento en que llegó Morrissey, una multitud me aplastó proyectándome hacia el escenario, de manera que pude tocar a M. Una experiencia diferente: la gente se volvía loca y coreaban las canciones cuando apenas habían sonado dos o tres notas. Menos mal que M. me ha ido introduciendo en el mundillo de la Morrisseylogía, porque si no me hubiera aburrido al no conocer las canciones.

Tenía a mi lado, detrás, delante, dependiendo de la fase del concierto a un tío tipo jugador de rugby, encantador que iba con su novia y que me defendió de los embates de los caraduras que querían colarse hacia delante. Lástima de dentadura que gasta el muchacho.

Hasta que llegó uno de los momentos cumbres del concierto. Morrissey se acerca a la primera fila, estira el brazo y le pregunta a "alguien" de primera fila "M. cuál va a ser la próxima canción" (yo no escuché la parte en que dijo "M.") y por los altavoces de la sala ¡¡¡escucho a M. respondiendo!!! Me quedé anonadado. Sabía del cariño de Morrissey hacia M., pero ¡no tanto!

Aquí el video de "First of the gang" en York:


No me puedo resistir a poner el video de la misma canción en su concierto de "Who put the M in Manchester" (en cuyo DVD sale M. como público y citado por Morrissey). Este comienzo me parece impactante.


Por supuesto, M. salió flotando. Compramos algún recuerdo (poster incluido) y volvimos al hotel. Esa noche cenamos en un indio enfrente del hotel que estuvo bien.

martes, 12 de julio de 2011

Mi retorno a York (I)

El fin de semana antepasado fuimos a York. No es que no nos atrajera la ciudad, pero nuestros objetivos principales eran otros. M. tenía allí un concierto de su amado Morrissey. ¡Y vaya si valió la pena el esfuerzo!

Empecemos por el principio: el viernes vinieron hasta mi zona de trabajo mi admirado starfighter, mokko007 y uno de sus amigos. Fueron tan amables que hasta me trajeron almogrote gomero (que ya empezamos a degustar el otro día como si fuera caviar) y estuvieron conmigo un buen rato de cháchara en una terracita.

A las 13:30 vino a recogerme M. en su coche. Fuimos hacia la zona de Barajas y allí dejamos el coche para ir al aeropuerto. Desde allí alcanzamos la T1 desde donde partía el vuelo de Ryanair destino Manchester.

Estábamos un poco agobiados por el tema de no facturar, ya que íbamos para dos días y medio. En la cola para entrar al avión había un sosias de Juanito el Golosina, pero nuestra gran sorpresa fue que era mujer. El lunes nos llevamos otra gran sorpresa, ya que en realidad se trataba de una escritora inglesa (Val McDermid) que había venido a presentar un libro a Madrid.

La experiencia con Ryanair no fue mala: los aviones llegaron puntuales. Cosas graciosas: que te están vendiendo "algo" durante todo el viaje. Ni me quiero imaginar cómo será eso en un vuelo a Estocolmo (4 horitas). Empiezan diciendo que no se puede fumar durante el trayecto PERO que venden unos maravillosos cigarrillos electrónicos.

Después venden bebidas, comidas, perfumes, y llega el turno de su famosa "lotería". Es una lotería del tipo "rasca y gana" y afirman que los beneficios van a organizaciones de caridad para niños. Con mucha gracia la azafata dijo que por eso "cualquier acción perversa que hayan cometido durante el día se les perdonará de inmediato si compran lotería de Ryanair" (sic). M. iba dormidísimo, así que se perdió el espectáculo y quedó con deseos de verlo a la vuelta ¡y de comprar lotería!

Llegamos a Manchester con 25 minutos de adelanto y gracias a eso pudimos tomar el primer tren de nuestra lista: uno directo a York desde el aeropuerto, después de casi dos horas de trayecto. A mi no se me hizo largo porque fui viendo la campiña bajo el cielo plomizo que nos recibió.

Llegamos a York, nos registramos en el hotel y marchamos inmediatamente a cenar. Lo malo es que los ingleses son muy estrictos con los horarios de cocina, y en un pub muy chulo en el que entramos, habían cerrado la cocina cinco minutos antes. Terminamos en un thailandés bastante aceptable.

Nos acostamos pronto porque M. se quería poner en la cola a primera hora para tener buen sitio. La cortina no cerraba bien, así que él se despertó tempranísimo. Bajamos a desayunar juntos aunque yo no pensaba hacer cola para ver a su adorado Morrissey. Mis planes estaban más por la visita cultural. Como estaba despierto desde tan temprano tomé el primer bus (8:30 a.m.) a Castle Howard, no sin charlar previamente con el conductor sobre la situación económica europea y, en particular, la española.

Una hora y diez minutos después y tras haber recorrido muchos pueblecitos entre medias, llegamos a Castle Howard. El escenario donde se grabaron tanto la serie de televisión (1981) como la película Retorno a Brideshead (2008). No me defraudó en absoluto, es como lo imaginaba y como se mostraba en la serie. Es un palacio magnífico rodeado de unos jardines espectaculares. Al esperar la apertura de la taquilla sufrí un embate por parte de un pavo real que estaba en el patio.



Como llegué antes de la apertura del palacio, empecé la visita por los jardines. Primero la rosaleda, luego la visita obligada a la fuente del Atlas con la vista del palacio al fondo.






A continuación un lago y el palacio de los cuatro vientos.






Desde él casi se podía ver en su plenitud el maravilloso mausoleo (no visitable) en la lejanía.




Dejé de visitar un bosque, porque vi que me iba a eternizar en los jardines (ya llevaba casi dos horas) y me dirigí al palacio. Es un palacio habitado por los descendientes del propietario original y reservan ciertas estancias para mostrar al público.

Sentí muchas cosas, ya que es el palacio que recorría mi imaginación al caminar por Brideshead. Había (¡cómo no!) una exposición sobre los dos rodajes que se han dado en Castle Howard: para la serie (1981) y para la película (2008, que no he visto). Es una serie que me marcó, no por ser (para algunos) una serie filo-gay, como se podría pensar, sino por la reflexión que supone sobre la vida, el mor, la muerte, la religión y el paso del tiempo.

Los interiores están muy cuidados e incluso muestran cómo quedó parte del palacio después de un incendio en 1940 que acabó con su famosa cúpula, que hubo que restaurar usando únicamente fotografías.




Mientras estaba de visita, la música de Geoffrey Burgon (clic para escucharla) resonaba en mi cabeza continuamente y me sentía casi transportado al periodo de entreguerras cuando vivía allí Lady Marchmain y cuando Charles Ryder visitaba a su amigo Sebastian y a su hermana Julia.

En la tienda de recuerdos vendían la novela, la serie, la película e incluso los ositos como el que llevaba el protagonista en uno de sus gestos característicos. Por supuesto compré recuerdos, menos de los que me hubiera llevado, pero la tarjeta de crédito y el espacio en el avión de vuelta eran determinantes (por supuesto no me conformé con el imán ¿eh?).



Esta visita para mi fue un retorno, una especie de retorno a York, aunque donde yo había estado antes era en Brideshead.