martes, 31 de diciembre de 2013

Ese oscuro objeto del deseo

Nunca fui muy aficionado al cine de Buñuel. Reconozco que a medida que pasan los años, veo alguna película suelta y me empieza a gustar. Eso sí, hay algo que me encanta y es ese maravilloso título "Ese oscuro objeto del deseo", que refleja perfectamente el deseo por algo poco conocido (o muy bien conocido y poco alcanzado).



Parece que me he convertido en el "oscuro objeto del deseo", pero no de un deseo sexual ni de un amor platónico, sino más bien un deseo "poseerme". Un rollo familiar muy raro. Ya sabía yo que uno de nuestros parientes, de una generación muy anterior, tenía cierta envidia de que mi madre hubiera tenido un niño, el único niño de la familia materna en muchos años y en muchos intentos. Esa ¿envidia? provocaba una relación de amor y odio entre él y mi familia: unas veces se comportaba con mucho cariño, cariño familiar, y otras había un odio cainita en sus actos.

Pues ahora he descubierto que una de mis tías también desea la posesión de un "hijo como yo". ¿Razones? Una es elemental: mi tía tiene ochenta años y para un sinnúmero de mujeres de su generación, un hijo (varón) era lo más de lo más.


Otra es menos evidente: su única hija está como una put* cabra (de verdad) y además pasa de ella muchísimo. Obtuvo una licenciatura en farmacia que le costó Dios y ayuda, sus padres le pusieron una farmacia y después, ha abandonado el negocio para dedicarse a … nada. Claro, agradecería un hijo (o una hija) que le hicieran caso y que le ayudasen con los papeles o con lo que fuera.

Mi madre y sus hermanas están "arreglando los papeles" de la herencia de su hermana que murió hace año y medio. Son cuatro ochentonas que se han metido a heredar a otra ochentona y para sacar cuatro perras se han embarcado en un sinfín de trámites. Para rematar la faena, dos de ellas son dos monjas medio estúpidas, aunque con un afán desmedido por el dinero. No estaba frío el cadáver de su hermana y ya estaban hablando de la herencia de su hermana, lo que me pareció repugnante, aunque nada sorprendente en ellas. Por supuesto no quieren trabajar y solamente desean que se lo den todo hecho. Poner el cazo y sanseacabó, como un vulgar político. ¿Para qué quieren el dinero? "Para llevarlo a Roma"… ya están tratando de comprar la vida eterna en el paraíso.



Este verano estuvieron con los trámites mi madre y su hermana en el pueblo, tratando de "desfacer entuertos" en los líos que tenía la fallecida. En el momento en que mi madre enfermó no pudo volver, claro está, y esa hermana de mi madre está "exigiendo" que para realizar las ventas de los bienes vaya yo y asuma el papel de mi madre. Por supuesto me he negado en redondo.

Ayer puse una condición que pensé que iba a ser inasumible para ella: cobrar. La cifra era ridícula, pero la ambición de estas viejas es de tal magnitud que estoy seguro de que no aceptará. Mi excusa es que estoy harto de hacer el bobo y les cobro a las hermanas monjas. No quiero que se lleven el dinero al extranjero (que es lo que hacen siempre las monjas) y lo dediquen a hacer el chichibú. Yo lo voy a dedicar a comprar cosas en España y reactivar la economía. ¡Es patriotismo, coñ*!


Además, considero que tangarle a estas monjas es casi un deber.

Pues ahora se ha metido mi hermana por medio con su buenismo zapateril y dice que ella va siempre que sea durante las vacaciones (tiene vacaciones de colegio). Si es que nos va como nos va por decir "tontás" a diestro y siniestro.

Mientras tanto, mi madre me somete a una guerra mental en la que yo digo que no y ella dice que no con la boca pero "sí" con la mente. Para resumir, le terminé diciendo que estaba hasta los webos de su familia y de ella (en lo referente a este asunto). Tan harto, tan harto estaba que ayer estuve a punto de coger el pasaporte y marchar de España en el primer avión que fuese lejos. Ahora entiendo que haya gente que coja el portante y no vuelva a aparecer.



No tenía ni ganas de comprar los regalos de Reyes, menos mal que ya lo había pensado y lo compré. Pero la "lobá" que me iba a agenciar no cayó porque esta pandilla de viejas me quitaron las ganas.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Feliz Navidad

Un mes desde la última actualización. El trabajo ha sido un horror, con todo el mundo tratando de cerrar el año y volviéndose locos. Sus señorías haciendo cada vez preguntas más absurdas y cada vez más preguntas. En nuestra micro dirección general llevamos respondidas el doble de intervenciones que el año 2012, que ya fue uno de los más activos de sus señorías. De vez en cuando, me da por mirar las biografías de las señorías que nos interpelan y se me cae el alma al suelo: no digo que no habrá señorías  con cierta preparación, pero quienes nos preguntan son absolutas nulidades académicas (aunque supongo que brillantes intelectos, ya que son Diputados o Senadores).



El discurso de ayer de Su Majestad me pareció cínico, cuando menos. Eso de que "la seguridad de que asumo las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad." o "Realismo para reconocer que la salud moral de una sociedad se define por el nivel del comportamiento ético de cada uno de sus ciudadanos, empezando por sus dirigentes, ya que todos somos corresponsables del devenir colectivo." En la situación en la que nos encontramos y tal y como se han portado él y algunos miembros de la Familia Real, me parece de un cinismo supino.


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Mi madre ha tenido una buena racha y ha estado unas tres semanas con buen humor. No sé si fue real o un esfuerzo que hizo. Al llegar la Navidad ha vuelto a su tristeza y pesimismo, así que es complicada la convivencia en casa. La semana pasada le cambiaron la sonda urinaria y desde entonces tiene molestias, así que ayer fuimos a urgencias del centro de salud y le dieron un antibiótico casi por precaución. Menos mal que lo hicieron, porque por la tarde empezó con la hematuria clásica de las infecciones urinarias. Así que ahora le estoy vigilando de cerca la temperatura, dados sus antecedentes… Solamente decir que esta noche he soñado con sondas urinarias y urólogos.

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He disfrutado poco de M. ya que hemos tenido compromisos varios que nos han ocupado fines de semana. Por una parte, en el cole se lo llevaron un fin de semana fuera de Madrid para hacer unas "convivencias" o "jornadas de formación". Yo tuve un fin de semana de exámenes en el que, para colmo de males, me puse malo. Por último, M. se marchó este pasado fin de semana a ver a los amigos de Manchester, así que lo ha pasado muy bien.


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Cuando me propusieron esta última tanda de exámenes le dije al organizador que estaba pensando decir que no porque "la vida no me da para más". Al final acepté porque el examen que me habían asignado era de menor volumen de corrección y decidí gastar lo ganado en mi. ¿Cuál es la consecuencia natural? Que no me apetece gastar nada en mi y estoy abotargado respecto a los regalos para los demás. (Socorrooooooo).

La piscina me está ayudando a sobrevivir. Me escapo sin contárselo a nadie, aunque supongo que lo sospechan. Me gustaría que estuviera más cerca de mi trabajo: eso garantizaría que yo fuera casi a diario. Ahora me doy con un canto en los dientes si voy tres veces en semana. Hay muchos días que al salir de la oficina lo haría corriendo, aunque sé que en mi actual forma física echaría el "bofe" (como se dice en Castilla) a los cinco minutos.



De todas formas he empezado a tomar algunas vitaminas (C y grupo B) para fortalecer el sistema inmunitario (eso me dijeron siempre de la Vitamina C) y el sistema nervioso.


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Hay algo muy positivo que sucedió el pasado sábado por la tarde: el solsticio de invierno. Cierto es que comenzó oficialmente el invierno y no me gusta el frío. Pero también es cierto que empieza a crecer la duración de la luz solar. ¡Qué ganas de que lleguen días más largos y pueda salir de la oficina con luz del día!