domingo, 6 de diciembre de 2015

Segovia y encuentros casuales

Ayer, fuimos a cumplir una de las tradiciones anuales instaurada hará unos seis o siete años: M. y yo vamos con unos amigos a comer a Segovia en el puente de la Inmaculada-Constitución. Normalmente el itinerario comienza por ir a desayunar algo ligerito como unos torreznos a la Floresta para, después de un paseíto, aterrizar en el Restaurante José María y disfrutar de su estupendo cochinillo y, mucho mejor, del magnífico vino Pago de Carraovejas.

El año pasado nuestros amigos (ella española, su marido sueco) no quedaron satisfechos con la calidad del trozo de cochinillo que les tocó y sugirieron que este año cambiásemos a otro restaurante segoviano (yo creía que el cambio había sido por la tardanza en reservar, que para este fin de semana hay que llamar mucho antes).

Dado que nos informaron de que La Floresta había cerrado, decidimos ir al Restaurante José María a tomar el aperitivo y así no quedar huérfanos de su presencia. Yo no tenía mucha gana de aperitivo y fui a comprar omeprazol a la farmacia de enfrente: hace unos años el médico de cabecera me recomendó tomar un omeprazol si preveía una comida copiosa y me va bastante bien en estos eventos. Poco después de volver me pregunta un extraño si estaba libre el sitio de al lado y ¡oh sorpresa! se parecía enormemente a Sufur, de los Sufúrez de toda la vida. Claro que era posible que fuera algún familiar, hermano, primo o similar, y yo, tímido como soy no le dije ni pío. Eso sí, le envié un mensaje a través de las redes sociales y, efectivamente, era él. Igualico que en las fotos, con su nariz puntiaguda y los ojos saltones.


Después de un rato de amena conversación, nos tuvimos que marchar para acudir al otro templo del colesterol e infierno para los veganos.

Lo pasamos bien, el cochinillo aceptable y a la luz de la tarde algo de práctica en la ciudad para desasnarme un poco fotográficamente hablando, con poca fortuna.


A la vuelta un paseíto por Las Rozas Village, donde no compré nada aunque M. y Charlotte sí lo hicieron. Vi una camisa bonita, pero en mi estado de lorcez actual no quise ni probármela.