Debo ser buenísimo porque me han traído muchas cosas SS.MM. los Reyes Magos de Oriente. (Especifico qué Reyes, porque los de aquí suelen dar dolores de cabeza).
He recibido dos clases de regalos:
1.- Los regalos que pedí y que son para llevar, a saber, una mochila roja samsonite, una sudadera con capucha, unos pantalones cómodos y gruesos para estar calentito en casa y un colgante, que me regaló
M., y una camisa que me ha regalado mi hermana.
2.- regalos para el cuidado personal: perfume Boss (mi hermana), mi madre una crema ANTIEDAD de Shiseido (¿es una indirecta?), y yo una exfoliante, una mascarilla y un perfume Sport D&G (decidí que aprovechaba los bonos de descuento que tenía en mi).
Soy muy inseguro, ayer estaba de los nervios antes de ir a casa de
M. porque no sabía si le iban a gustar los regalos de Reyes. Creo que le gustaron.
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Las navidades se han pasado raudas y veloces y como ayer decía
M. "en cuanto nos descuidemos estamos en las próximas navidades". Aunque me han llamado del trabajo en varias ocasiones (sobre todo la primera semana), creo que he conseguido no acordarme demasiado de él. Todavía me queda una semana de vacaciones, pero tengo que hacer deberes... al menos un borrador de real decreto que repasar.
He visitado a una de mis tías monjas (82 años), que está enferma. Hace un mes tuvo una hemorragia gástrica y como consecuencia de la medicación, sufrió un ictus cerebral en el hospital. Tiene medio cuerpo paralizado y no habla. Es muy triste ir a verla en esa situación. Además, a pesar de haber pasado toda su vida en un hospital y saber qué cosas debe hacer, es muy mala enferma. Ya lo descubrimos hace nueve años, cuando fue operada de la cadera: mi padre estaba asombrado de las cosas que hacía en el post-operatorio, hasta tal punto que mi padre iba todos los días a darle de comer, porque se negaba a comer en el hospital. De vez en cuando decía que "esta niña es una malcriada", expresión canaria muy habitual.
Esta era nuestra tía preferida, porque era más o menos "normal", a pesar de ser monja, en contraposición con las otras dos monjas de la familia. Creo que esa normalidad venía de trabajar en un gran hospital junto a gente normal y que le tratasen como a una trabajadora más.
Mi madre y mi hermana se mosquearon con ella porque cuando mi padre enfermó, hizo una visita al hospital de 10 minutos y nada más (creo que mi padre también se mosqueó). Pero el hecho determinante fue saber que las monjas tienen una residencia para familiares enfermos y mi tía no dijo ni pío. Cuando mi padre estaba muy enfermo, nos angustiaba traerlo a casa, que es muy pequeña y no tiene los medios suficientes para que un enfermo viva medianamente cómodo (puertas pequeñas, bañera, etc). De hecho estuve buscando una residencia para cuando le dieran el alta, cosa que nunca ocurrió. Estos años he sido el único en ir a verla y la verdad es que he fallado los dos últimos años: me costaba coger el coche e ir hasta las chimbambas a visitarla. Ahora he ido varias veces en una semana, solamente me ha acompañado mi hermana el primer día.
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A partir de mañana a la piscina de nuevo. ¿Por qué mañana y no hoy? Porque en Madrid, una ciudad que pretende ser olímpica en el 2020, la piscina municipal que visito está cerrada los festivos. Este año no he cometido los excesos del año pasado, así que no hay que compensarlo.