sábado, 1 de octubre de 2016

Otello

Me ocurre siempre. Por mucho que se haya escuchado una obra en diferentes grabaciones, nada iguala el directo.

Ayer vi Otello. Grandes interpretaciones de los protagonistas. Pero más allá de ese canto continuo de Desdémona, la maldad de Iago o los ataques de Otello, ayer redescubrí la música. Una música que no para y que va tejiendo una tela de araña en el cerebro. Una tela de araña como en la que se ve envuelto Otello.
La escenografía es de las "feas". Esas que llevan de moda mucho tiempo, demasiado. La mezcla de uniformes ¿soviéticos? con trajes de principios del siglo XX era un poco incomprensible. Esa parte en la que tiran dardos a un icono de una virgen no lo comprendí en absoluto. Los movimientos de un panel que se movía y escondía un arco con una portón no creo que justificasen los cambios de escenario.

Otello (Gregory Kunde) me gustó más al final. Al principio le vi con una gestualidad incomprensible. Desdémona (Ermonela Jaho) estuvo maravillosa, como el trino de un pájaro frágil. Iago (George Petean), malvadísimo y contundente. El coro magnífico pero ¿por qué no saludó al final? ¿Acaso no merecen premio por su actuación? La orquesta bien, aunque me parece que las trompetas y los trombones se enardecen demasiado.



Así fue el saludo final, pero sin coro.


Comentario aparte merece el público. Arthur Rubinstein, después de un concierto ofrecido en Tel Aviv, comentó: "En cualquier lugar del mundo, quienes sufren de algún catarro, gripe o bronquitis van al médico. En Israel, vienen a mis conciertos". Ayer la gente tosía mucho. Bueno, aceptamos pulpo como animal de compañía, quien esté libre de un estornudo o una tos, que tosa en primer lugar. Eso sí, lo que me pareció inaceptable son los que "comentan" como si estuvieran en el salón de su casa. Tenía a mi lado a un trío de ancianos (un señor y dos señoras) y ya no me pude aguantar cuando aparece la desgraciada Desdémona y escuché perfectamente un "pobrecita". Susurrado, pero perfectamente audible. La mirada asesina superó a la de rayos láser de Mazinger Z.

¡Qué suerte tuve de verla! Un mes me queda para Norma.

2 comentarios:

PasaElMocho dijo...

Otello es un operón, de los que salgo siempre emocionado. Muuuy mal lo tienen que hacer para cargársela, porque está plagada de momentazos. A mí el final de Otello intentando besar a Desdémona me pone la piel de gallina.
Me tocó el segundo reparto, con una soprano buenísima y un Otello gritón y poco matizado, pero suficiente. Se animaron mucho en la segunda parte y salí muy contento.
Respecto a la puesta en escena... muy original el juego de luces pero acaba cansando. Y el decorado feo de narices.
¡A ver qué tal esa Norma!

rickisimus2 dijo...

Cuento los días para Norma.