domingo, 31 de agosto de 2008

México días 1 y 2

Voy a tratar de contar de manera más o menos detallada el viaje a México incluyendo algunas fotos. Para los dos primeros días aprovecharé un poco el relato que hice al llegar allí desde casa de Carlos.

El día 1 nos levantamos prontísimo aunque el vuelo lo teníamos a las 11 de la mañana, como era día 1 de agosto temíamos que hubiera mucho lío en Barajas.

En el aeropuerto no hubo problemas, facturamos en seguida y nos metimos a la zona de embarque. Al facturar me encontré con mi dentista que se iba tres semanas a los Estados Unidos y una semana a la Baja California.

Nos esperaban 9 horas y media hasta Atlanta y luego un poco de espera allí (muy poca) y vuelo a Querétaro. Llegamos con 1 hora de retraso a Atlanta, pasamos la aduana (¡qué lentos que son!) con sus trámites: toman las huellas de TODOS los dedos de las dos manos y te hacen una foto con una webcam. Después tuvimos que recoger los equipajes M., Charlotte y yo, recorrer unos cuantos metros y entregarlos en una cinta (ni siquiera facturarlos). Drichal no tuvo que hacerlo porque utilizó sus encantos en el aeropuerto de Madrid para que le facturasen directamente la maleta hasta Querétaro. Parece ser que solamente se puede hacer cuando se hace escala en algunos aeropuertos, no en todos, y Atlanta es uno de ellos. Lo que joroba es que a nosotros tres no nos dijeran nada.

Miramos una pantalla y ponían que quedaba aun unos minutos para embarcar rumbo a Querétaro y que era en la otra punta del aeropuerto, tomamos el trenecito y al llegar a la puerta indicada ¡allí no era! Miramos en una pantalla y habían cambiado la puerta a la esquina opuesta del aeropuerto y quedaban 5 minutos nada más. Corrimos por la terminal y al llegar a la puerta ¡vuelo a otro lugar! Miramos de nuevo los paneles y habían vuelto a cambiar la puerta de embarque a la otra punta (de nuevo). Decidimos ir a preguntar a información que muy amablemente nos indicaron que sus pantallas funcionaban perfectamente. Al final acudimos a una empleada de Delta que, después de decirle a Drichal "Don't touch me!" indagó y nos dijo que las pantallas no funcionaban. Nos indicó el número de puerta correcto y allí fuimos. Ponía que el vuelo era a Monterrey, pero los empleados nos dijeron que allí se embarcaba a Querétaro: alucinante.

El aeropuerto de Atlanta estaba lleno de militares en tránsito hacia sus bases. Impresiona por lo jóvenes que son.

Al embarcar se formó mucho lío porque seguía poniendo el vuelo a Monterrey los que iban en ese vuelo se mosquearon. Nos montaron en el avión y nos tuvieron ¡dos horas dentro sin aire acondicionado! Además tuvieron que cambiar el avión de puerta de embarque para que pudiera entrar una niña que iba en silla de ruedas. Drichal logró que repartieran agua (¡cómo le gusta discutir en inglés y sacar su mejor acento británico con los americanos!) Me reafirmo: impresionante lo malo del viaje. El vuelo estuvo bien, y tuvo su parte de espectáculo porque rodeamos una tormenta.

Después de tres horas de viaje llegamos al aeropuerto de Querétaro y... habían perdido dos de cuatro maletas: las de M. y Charlotte. Curiosamente, la de Drichal llegó perfectamente, y la mía también, y eso que la entregué a la vez que M. y Charlotte. El aeropuerto de Querétaro es poco más grande que mi casa (y mi casa es pequeña). Curioso es el "semáforo fiscal" de entrada en México: hay que entregar una declaración de aduana, y después pulsar un botón en un semáforo, si se pone en verde pasas tranquilamente, si se pone en rojo hay que abrir la maleta y comprueban que la declaración de aduanas es correcta.

Carlos nos esperaba en la salida y nos llevó de cena a un sitio precioso. Allí estaban esperando unos amigos suyos (mexicanos) muy simpáticos. Incluso había dos gays, que se ofrecieron como cicerones por locales de Querétaro. Nosotros teníamos pinta de náufragos recién rescatados y allí estábamos en un restaurante pijito (fresa, como se dice allí) con la gente de punta en blanco.
Después de 24 horas en pie, no teníamos ganas de salir de juerga, excepto Drichal, que salió con ellos y volvió a las 4 de la mañana (hora local, las 9 de la noche hora peninsular, lo que quiere decir que estuvo en pie muchísimas horas). Los demás nos fuimos a casa de Carlos y nos quedamos dormidos casi inmediatamente, de hecho estaba hablando con M. y me di cuenta que se había quedado frito.

Al día siguiente salimos a desayunar con Carlos a un lugar precioso: El Arcángel. Es un café con un patio interior cubierto que hacen unas magdalenas exquisitas. Nos dieron un buen desayuno con fruta, café, zumo, frijoles y yo tomé un plato que tenía huevo frito sobre tortilla de maíz... vamos, un desayuno contundente. Después fuimos a ver el centro de Querétaro.

Me gustó el color de las calles de Querétaro como el de la Iglesia de San Francisco:


Es una ciudad en donde se desarrollaron episodios importantes de la historia, como en la Casa de la Corregidora donde el 15 de septiembre de 1810 se adelantaron los planes de la independencia, salió de aquí el mensaje que desencadenó el Grito y la Guerra de Independencia.


Este es el Teatro de la República, que fue sede de varios acontecimientos: el juicio al Emperador Maximiliano y dos de sus generales (Miguel Miramón y Tomás Mejía), que terminó con la sentencia a ser fusilados, el debate y promulgación de la Constitución de México y la fundación del PRI.


El fusilamiento del Emperador dio lugar a que Manet pintase uno de sus mejores cuadros donde los soldados llevan uniformes franceses (para culpar al emperador de Francia de haber dejado solo a Maximiliano y también de haberle impuesto como emperador en México) y Maximiliano lleva sombrero mexicano.


Drichal se creía (eso interpreté al final del viaje) que yo era afín a Maximiliano, pero lo que ocurre es que me fascina ese capítulo de la historia en la que un archiduque austriaco acaba fusilado en una ciudad de México después de que le coronasen emperador con el apoyo de los franceses. Y lo que me gusta más es el gran cuadro de Manet.
Por supuesto, allí M. hizo sus primeras compras, que fueron unos cuadritos, ¡cómo no!

Después de la visita a Querétaro Carlos nos llevó a San Miguel de Allende. Son unas ciudades con un gran sabor, preciosas. Muchas veces me recordaban a Vegueta en Las Palmas de Gran Canaria. Alucinante.


Después de visitar parte de la ciudad comimos en un restaurante fantástico que era una antigua hacienda, que hoy tiene un hotel y un restaurante. Comí "Molcajete" que es un plato que se sirve en un recipiente hecho de piedra volcánica, y que se va cocinando en el propio recipiente que está caliente.

Al volver Carlos llamó a Delta para preguntar por el equipaje de M. y Charlotte, y le dieron muuuchas largas. Nosotros hiciemos el último vuelo de Delta entre Atlanta y Querétaro, así que la compañía ha desaparecido de allí... hay que llamarles a Ciudad de México. Al cabo de 20 minutos de mucho insistir al teléfono ¡sorpresa! Llaman al otro teléfono desde el aeropuerto de Querétaro diciendo que ya tienen las maletas y que nos las llevan en una hora (¡qué casualidad que llamasen cuando les insistieron!). Aparecieron a las 23:30 de la noche (unas tres horas de retraso) y la de M. rota, la de Charlotte dañada también, pero no tanto como la de M..


Ahí empezó una nueva aventura: la maleta de M..
Esa noche fuimos a casa de unos de los compañeros de Carlos y después fuimos al Heaven, una discoteca gay de Querétaro. Bueno, más bien "la" discoteca gay de Querétaro. Volvimos a casa a las tantas con muuucho sueño.

1 comentario:

starfighter dijo...

La iglesia de San Francisco es preciosa, el color parece el rojo inglés de aquí. Y la foto de la calle empedrada podría pasar por cualquier barrio histórico de las islas. Las fotos geniales ;)