sábado, 23 de febrero de 2008

Bruselas y sus cosas

Ya volví de Bruselas. La verdad es que la visita ha sido un poco coñazo. Menos mal que solamente debo ir cada muuucho, porque estas reuniones son el coñazo del siglo, tal y como sospechaba.

Además, hay mucho blablabla y pocas medidas concretas. Cuando se sugiere algo concreto, se envía a que lo estudie el grupo de trabajo para que elabore una propuesta dentro de un año...

Y para rematar la faena, se me enfadaron los de cierto país porque puse un ejemplo de uno de sus compatriotas que hace ciertas cosas (para una empresa privada) que pueden ser discutibles y los representantes del país en cuestión se lo tomaron como un ataque a ellos. Es decir, chauvinismo a más no poder. Los españoles somos en eso mucho más honestos: somos mucho más cuidadosos que la mayoría de nuestros queridos colegas de Europa.

Lo mejor, la visita que pude hacer a Bruselas. Por desgracia me molestaba la muela, así que preferí no tentar la suerte y comer poco, y lo poco que comí fue blandito.

Bruselas es una ciudad hecha para pecar con el chocolate. Hasta le hice una foto al escaparate de una chocolatería, porque era espectacular.




Lo bueno/malo de las grandes ciudades en el siglo XXI es que cada día se parecen más las unas a las otras. Es decir, vas por la calle principal y te encuentras con Zara, Sfera, Media Markt, la Fnac, Foot Locker, etc. No hay cosas diferentes, y para encontrarlas hay que rebuscar mucho. Así que las visitas se convierten en ver las cosas "típicas" como el Manneken Pis, la Grand Place, etc. Cada vez la sensación de uniformidad es mayor entre unas ciudades y otras. Eso también da cierta sensación de "seguridad": vamos a lugares que ya conocemos, y la referencia del día a día sigue prácticamente intacta. Pero eso le quita cierto encanto al viajar.

Las comidas (chocolate aparte) están bien. Como es una ciudad llena de extranjeros hay de todo, pero yo traté de ir a lugares donde me dieran lo típico, porque para comeruna pizza, hay buenos sitios en Madrid o si no , ya he estado en buenos sitios en Roma.

Una de las cenas fue una clavada, pero mereció la pena, y como estaba solo en Bruselas, se me hacía muy triste... Pedí en Chez Leon mejillones a la crema. Y para rematar un crêpe Leon, que estaba flambeado, con mandarina y helado de vainilla... me chupé los dedos y porque es de mala educación, pero hubiera merecido la pena lamer el plato.

El gofre que comí ayer también estaba para chuparse los dedos, cosa que sí que hice.

Mañana más.

1 comentario:

starfighter dijo...

La verdad es que las calles principales de casi todas las ciudades son muy parecidas. Me gusta pasear más por la trastienda, por decirlo así. Zonas más tranquilas, más de cada día que son las que te dicen como es la gente de esa ciudad.
¿Como va esa muela? Cuidatela que puede dar la lata un rato.
Besos galacticos