Estados Unidos - Gran Cañón (Día 7)

Nos levantamos y desayunamos en el hotel. La verdad es que volvimos un poco loca a la camarera, pero como era mexicana nos aguantó, eso de tener una lengua común en ocasiones supone un pasaporte.

Tomamos el coche hacia el Gran Cañón. El viaje se hizo un poco largo porque en la presa Hoover había atasco. Estaban haciendo un gran puente y una autopista para eviatr el paso por la presa. Había controles para pasar por la presa, como es natural.

Teníamos un hotel reservado en Tusayan, el pueblo que hay a la entrada del Parque del Gran Cañón, dejamos las maletas y fuimos hacia allí.

Me quedé sin palabras. Uno de los lugares más maravillosos que he visto. Solamente he tenido un sentimiento similar en la Capilla Sixtina. Hice pocas fotos porque no existe cámara en el mundo, ni aficionada ni profesional que pueda reflejar ese maravilloso lugar.







Salimos de noche del Parque del Gran Cañón, menos mal que estábamos a 10 minutos del pueblo y del hotel. El pueblo (Tusayan) es el típico que sale en las películas, en este caso una calle que lo atraviesa donde hay cinco o seis hoteles, una hamburguesería, la gasolinera y alguna tienda.

En la cena M. tuvo un pequeño disgusto porque el plato que pidió estaba LLENO de cebolla. Después de la cena nos fuimos a dar una vuelta y nos llevamos una sorpresa: los alces estaban en el aparcamiento del Burguer. Al cabo de un par de minutos, un alce se dirigía hacia nosotros por la acera en la que paseábamos. Menos mal que salió de nuestro camino. Nos parecía mágico que los alces campasen a sus anchas por el pueblo sabiendo que nadie les iba a tocar un pelo.

En resumen, el Gran Cañón es una de las maravillas del mundo. No he viajado mucho, pero creo que es de los lugares que merece la pena visitar de verdad.