Quod natura non dat...

... Salmantica non praestat.

Espero haber escrito bien la cita, pero dado que soy un hombre postbachillerato aunque preESO, mis estudios de latín son muy limitados, así que mis disculpas a los muy cultos lectores.

El viernes salimos mucho antes de lo que pensábamos: Charlotte había tenido la noche anterior una cena de trabajo y no le sentó muy bien (creo que fueron las malvadas ostras), así que se pasó la mañana en la cama, por lo que no tuvimos que ir hasta su trabajo con las maletas en transporte público.

Al ir hacia allí Charlotte se confundió en el desvío hacia Segovia y terminamos rumbo al acueducto. La verdad es que yo no estuve lo suficientemente convincente como para que me hiciera casoy fuera en dirección a Ávila, así que tuvimos que dar la vuelta.

Fuimos al Hotel Monterrey de Salamanca. No está mal, pero tampoco es el cuatro estrellas que se anuncia. La situación es muy céntrica, a tres minutos de la plaza mayor a pie, pero lo malo es que la calle está transitada por una línea de autobús y las habitaciones no estaban muy bien insonorizadas.

Por la tarde/noche fuimos a dar una vuelta y cenar. Por supuesto, lo primero que vimos fue la Plaza Mayor.


Siguiendo las excelentes recomendaciones y fuimos al Bambú. Cenamos verdaderas exquisiteces que no pudimos terminar y salimos a 10 euros por persona: im-presionante.


El sábado lo dedicamos a disfrutar de la ciudad en un día frío pero soleado. Visitamos las catedrales, la universidad, la Casa Lis (excelente recomendación la visita al museo y las criselefantinas). A la hora de comer M. estaba desatado y nos llevó al Cervantes, donde comimos delicias varias.



Vimos la famosa rana de la portada de la Universidad, por supuesto.
También reimos un rato con curiosos carteles
y con algunas tiendas

Después nos fuimos de siesta (ventajas de tener el hotel céntrico) y fuimos luego a conocer el resto de la Salamanca clásica. Vimos la maravillosa iglesia de San Marcos, que es una pequeña iglesia románica de forma redonda. La paz que se respiraba en su interior es inigualable.

A posteriori fuimos a la zona de Van Dyck, pero era demasiado pronto para tapear, así que nos metimos a tomar algo en un bar.

Después volvimos a la zona de la Plaza Mayor y cenamos de tapeo por allí. Encontramos un lugar que se merece un nombre: Plaza 23. Tapas originales y a buen precio.

El domingo volvimos pronto, no sin antes pasar por la Plaza Mayor para verla sin los estorbos que montó el bebeuva los días anteriores. A la vuelta paramos en Las Rozas Village donde M. se compró un par de cosas en Armand Bassi. Estaba desatado y quería que los tres compráramos cosas. Yo me probé una camiseta y no me veía... se ve que no tengo una buena temporada.