El octavo día de viaje abandonábamos el hotel de Blois y partíamos hacia Rennes. Con las maletas en la furgoneta fuimos a visitar el Chateau de Chinon. Es un lugar que tenía muchas ganas de visitar desde que lo estudié en mis lecciones de francés del bachillerato. Además es un castillo de importancia histórica en Francia, aunque no sea el más bello ni el más espectacular.
Allí tuvieron lugar hechos importantes de Juana de Arco y de los templarios.
Para rematar la mañana comimos en un pequeño restaurante un menú magnífico: pato al vino de Chinon. Simplemente exquisito.
Después marchamos a Angers donde hay un castillo espectacular desde donde se contemplan unas vistas de la ciudad fantásticas.
Dentro del inmenso castillo hay unos jardines/huertos y una sala que mereció la visita a la ciudad e incluso creo que para mi fue uno de los momentos clave del viaje: el tapiz del apocalipsis.
Como no llevábamos navegador, llegar al hotel en Rennes fue toda una aventura. Dimos muuuchas vueltas. Nos trató de ayudar una muchacha que se supone que estudiaba español... vamos como si yo digo que estudio chino. El hotel no estaba en el centro de la ciudad.
Cuando íbamos a cenar nos llevamos un chasco porque el restaurante que habíamos elegido solamente despachaba comida para llevar a partir de esa hora, no para tomar en el local. Gracias a M. con su vista de lince localizamos al lado del hotel un restaurante (La Tonnelle) en donde cenamos maravillosamente, tan maravilloso fue que al día siguiente repetimos.
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