domingo, 21 de septiembre de 2014

Volviendo a casa

Al final mi madre se ha tirado en el hospital siete días. La verdad es que en contra de los augurios de cierta persona de urgencias que me dijo "los de cardiología son muy bordes", han sido la amabilidad personificada. Cumplieron, le hicieron a mi madre las pruebas más relevantes y no descubrieron nada excepcional para una mujer de 84 años. Así que ante la ignorancia y la imposibilidad de que estuviese con un holter tradicional hasta que le vuelva a dar (esperemos que no), decidieron implantar un "holter subcutaneo".

Es un aparato del tamaño de una memoria USB que se implanta bajo la piel próximo al corazón y que lleva un mando a distancia. Si el paciente se encuentra mal puede pulsar el mando a distancia para que grabe los minutos previos a esa sensación y los minutos posteriores. También se programa para que registre determinados episodios.

Por otra parte, añadieron un medicamento nuevo: el famoso Sintrom, porque una de las evidencias sugería que en determinados casos se pueden generar pequeños trombos en el corazón. La cardióloga lo explicó muy bien, y no era plan puntualizar que eso ocurría porque la sangre es un fluido no newtoniano, ya que eso no iba a aportar nada a la paciente (mi madre) ni a la cardióloga. La historia del Sintrom es que mi madre ha sido aleccionada por una de sus hermanas respecto de lo perverso del uso del Sintrom en los parientes que lo tomaron... La cara que puso mi madre al escuchar el nombre Sintrom fue todo un poema.

En realidad añadieron otro medicamento durante al menos un par de días: heparina. Sustancia inyectable que debemos darle dos veces al día. Ejem, ahí soy yo el reacio, más que nada porque una de las razones para no estudiar medicina era que me veía absolutamente incapaz de poner siquiera una inyección. Pues bien, ayer puse mi primera heparina.

Me he convertido en un pseudoenfermero: casi se puede decir que soy un experto sondador de mujeres y ahora...



En el hospital ha habido situaciones que se pueden clasificar hasta como graciosas: mi madre diciendo que todos los cardiólogos eran guapísimos y un día apoyándose en la rodilla de uno de ellos, en plan Paco Martínez Soria. La señora que está con mi madre en casa estos días la ha acompañado en el hospital, causando estragos entre los ancianos ingresados, ¡hasta proposiciones de matrimonio! (y de otras cosas).

Ayer, primer día en casa, tuvo un pseudoepisodio, pero en mi modesta opinión, fue un ataque de ansiedad.

Para añadir mayor intensidad a la semana, el lunes comenzó un periodo de tres meses en "otro trabajo". Se trata de hacer un informe para mi trabajo, pero en un lugar diferente con gente diferente, con costumbres diferentes y con horario diferente y, entre nosotros, una mierda de horario. Menos mal que algunas noches se ha venido M. a dormir a mi casa y darme sosiego.

En fin, que ahora soy yo el que está con ansiedad y ayer noche hasta tenía pinchazos en el costado.

2 comentarios:

Eleuterio dijo...

No te olvides de ir a nadar....con tu traje rojo, of course

rickisimus2 dijo...

No tengo traje rojo. Me compré uno azul este verano, en rebajas. Discretito, claro.

Fui el viernes a soltar la espalda, que la tenía cargadísima. Estuve un ratito pero me vino bien.