sábado, 24 de enero de 2015

Un año más...

... estamos aquí tras la toma de las uvas (no las veo en Canal Sur porque, entre otras razones, no estoy en Andalucía) y el comienzo de año ha sido. Dejémoslo así, sin poner ningún adjetivo. El año ha comenzado, y punto.

Mis ánimos en vacaciones no han sido muy buenos, como antes de las vacaciones. Sigo drogándome (drogas legales), y al menos duermo, pero los ánimos ahí van. Tampoco ha ayudado mucho el comienzo de año. Las comidas de Navidad de este año fueron más pacíficas que de costumbre, ya que mi cuñaaaaaaao parece que había cambiado de actitud después de los tres meses que tuve en el trabajo "glamouroso". Mi gozo en un pozo, cambió la cantinela de "los funcionarios sois unos parásitos" a "¿qué coño haces tú trabajando tanto y ganando una mierda?".

Lo mejor fueron los Reyes. M. me regaló un cuadro precioso, que ahora no sé dónde poner: en mi casa donde lo disfrutaría entre semana o en su casa, donde queda, indudablemente, mejor y lo vería en fin de semana. El "jodío" sabe incluso cuáles son mis gustos estéticos. (No es este el cuadro, pero es de la misma pintora).



El primer día que fui al trabajo, una de mis compañeras me dijo entre sollozos que "estaba muy preocupada" y traté de animarla creyendo que estaba preocupada por su hijo, que acaba de pasar por una mala racha, pero tampoco le hice mucho caso porque me marchaba al médico con mi madre. Dos días después la operaban de urgencia por un cáncer de colon y una semana después moría por una septicemia sin haber despertado de la anestesia. Esta era una compañera muy cercana, se puede decir que era la más cercana de la oficina. Querida amiga, ¡qué solos nos has dejado!

Unas horas antes de enterarnos de la operación de urgencia de esta compañera, otro compañero de la oficina me venía a decir que su hija de seis años, que había superado un cáncer complicado siendo bebé, había tenido una recaída y los pronósticos eran los peores. En consecuencia, el chico, haciendo gala de una profesionalidad apabullante, estaba buscando quién podía hacerse cargo de una parte de su trabajo mientras esté de baja cuando pongan a su hija en tratamiento. Me gustaría que esos capullos que tanto despotrican de los funcionarios viesen casos como este, que los hay, y no generalizasen tanto. Hay malos funcionarios, lo sé y los sufro, pero también los hay excepcionales.


Esto ha servido para que la actualidad la mire con escepticismo. Ver a los políticos españoles los viejos y los nuevos, no sirve más que para llorar de pena. Rajoy y sus corruptelas que hace como si no ve y como si no las viésemos los demás; Sánchez, diciendo tonterías a diestro y siniestro; Legaz y su ojo clínico para escoger cooperadores; Floriano, ¡ay!, que debe ser tan tonto como parece; Pablemos, que es la Ana Mato de los podemitas; Antonio Hernando, que debe tener dos neuronas, una para hablar y otra para respirar, y ninguna para pensar; el que tiene apellido premonitorio recibiendo millones (de euros) de Maduro ... Es como para exclamar lo que está escrito en el dintel del infierno: "Oh, vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza".

Este fin de semana M. se ha ido a Granada. Una especie de retiro espiritual obligado por el colegio. Así que estoy solo y me estoy dedicando a ver algún capítulo antes de dormirme. Quizá vea con mi madre algún capítulo de "Downton Abbey". Igual que los padres ponen dibujos a los niños para entretenerles, yo le pongo a mi madre "Downton Abbey". La semana pasada la señora Patmore se negaba a hacer un postre porque era nuevo y ella quería ir a lo seguro. Voy a tratar de hacerlo: charlota de manzana. Creo que después de esta semana tan emocional, me puede venir bien estar solo.

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