Hoy cenamos con Drichal y Charlotte. Vamos a hacer un pequeño experimento con fideos vermicelli. Bueno, no es un experimento porque ya los tomamos anoche y salieron muy ricos.
Ya está en España mi tía la misionera. Ha llamado a casa para que no viésemos y ante mi enorme sorpresa, mi madre le ha dicho que NO quiere reunirse con ella. Una de las razones es que ha venido su hermana (otra monja hermana de mi madre) que es el anticristo.
Otra de las razones es que a mi tía la talibana (llamamos así a la misionera porque es tan fanática e integrista como un talibán pero en católico) le importamos un pepino. Ha venido unas cuantas veces a España y creo que la he visto 8 veces en toda mi vida. Si nos quiere ver es por contar en el convento que su familia la quiere mucho. Viven de cara a la galería conventual ¡qué triste!
Sería demasiado tener que aguantar a las monjitas en esta época que estoy pasando. Desde hace años aspiro a poner un póster de este tipo en mi habitación para una de sus visitas.
La razón es que tienen la put* manía de entrar a curiosear en TODAS las habitaciones de la casa y eso me parece una gran falta de educación. Por cierto, estoy por tomar prestado de una parada de autobús el anuncio de Armani que está empapelando Madrid: im-presionante. Hasta a mis tías les gustaría.
El martes me toca análisis de sangre y orina para controlar el episodio de la Navidad pasada. a ver qué resultado dan. Espero que bueno.
1 comentario:
Hay que ver cómo son las tías monjas.
En cuanto al póster... a mí este chico me da un poco de repelús, ahora, tiene un cuerpazo
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