Mucho tenemos que soportar algunos funcionarios. Hay cosas peores, sin lugar a dudas, pero hoy voy a contar algo que no suele salir en los peiródicos, porque es más bien cómico, y no tiene cabida en esa sucesión de "sucesos" en que se han convertido periódicos y telediarios. Pues bien, lo que muchas veces sufrimos son "Los inventos del TBO".
Hay muchos "inventores" y "técnicos vocacionales". Gente que se para a pensar, a ver problemas y a tratar de solucionarlos. El problema es que la mayor parte de ellos no tienen detrás una formación de manera que eviten errores de principiante. Con la vehemencia propia de esas mentes inquietas, escriben a la Administración con la esperanza de que esta les "compre" la idea, impulse la idea, les ayude a patentarla o, si no lo consiguen, al menos le regalen la idea al Estado "para que no tengan que comprarla en el exterior". También están los que hacen algo realmente útil, pero no se dan cuenta del papel del "Estado" o de los verdaderos inventores que cometen algún error (nadie está libre).
Hay ideas que no sirven para nada, que resuleven problemas que no le importan a nadie. Hay ideas que son irrealizables, ya que violan los principios más elementales de la física.
Después están aquellos que tienen cierta formación pero que no han profundizado o aquellos que fueron expertos hace 30 años y ahora desconocen cómo ha evolucionado la tecnología y las normas asociadas.
Pues bien, ayer recibí una carta de uno de esos "iluminados" que realizaba un sesudo análisis de la actividad regulatoria del departamento donde trabajo en su condición de ingeniero técnico y sus muchísimos (demasiados) años de experiencia. Como corolario a ese análisis resultó que ciertos artefactos de uso diario, debían ser prohibidos por ser "manifiestamente inseguros". La verdad es que sirvió para echar unas risas con el jefe y plantearnos enviar una carta a la Clínica López Ibor para que vaya a visitarles el susodicho.
¿Hay que contestar? ¿Quién contesta? ¿Cómo se contesta? No se puede ser desagradable, al fin y al cabo los ciudadanos tienen derecho a que se les trate de manera correcta y educada. No se puede ser soberbio. No se puede ser condescendiente, porque eso puede excitar el "celo protector" del ciudadano. ¿Cómo decirle suavemente que ha cometido errores propios de un alumno de primaria? ¿Cómo decirle que las normas que estaban en vigor durante su ejercicio profesional han sido ampliamente superadas y modificadas unas 15 veces desde que se jubiló?
Pero hay algo peor: que ese individuo tenga amigos (normalmente políticos) que estén en altos cargos y te manden a su "recomendado". Entonces llaman y llaman, sabiendo que tienen una "recomendación" (¡ay, España y sus recomendaciones!) y se convierten en un verdadero grano en el culo.
Hace unas semanas tuvimos a un conocido literato con un invento que no sirve para nada, pero claro, ¿quién le dice que eso no sirve? Saldríamos en todos los periódicos, porque el susodicho escribe todavía en algunos periódicos. En fin, algo divertido a la par que pesado.
Ferragosto
Hace 3 meses
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