Estoy en casa de M. enganchado clandestinamente a la red inalámbrica de uno de sus vecinos (¡todavía hay gente que no las protege!).
Esta mañana estuve en el cementerio para evitar la aglomeración del día 1 y 2 de noviembre. A pesar de todo había muchísimos coches. Fuimos hasta el columbario donde están las cenizas de mi padre a poner unas flores y encontramos que alguien ya había puesto algunas. Sospechamos que es una amiga de mi hermana cuyo padre está a medio metro de distancia, porque murió apenas dos días antes que mi padre.
El día era precioso: hacía frío pero el sol lucía con fuerza y el cielo estaba completamente azul. El famoso cielo azul de Madrid que tantas veces pintó Velázquez. Ese cielo que te reconcilia con esta ciudad unas cuantas veces al año. El cementerio relucía al sol y había muchísimas flores. Me impresionó bastante esa serena alegría que despedían las flores con todos sus colores al sol. Pero el momento de pena llegó al ver el nombre de mi padre en la lápida. Era la primera vez que lo veía. Casi no me parecía real, pero allí estaba.
Ferragosto
Hace 3 meses
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