De huelgas y comilonas

El lunes por la tarde fui a la asamblea de FEDECA, que presentó sus propuestas de medidas anticrisis, sin necesidad de bajar el sueldo a los funcionarios. Aprendí cosas curiosas, como que hay decenas de fundaciones públicas sin objetivos aparentes, más que sustentar a sus dirigentes, que cobran cien mil o doscientos mil euros al año. También que hay subvenciones a sociedades que cubren el 100% de sus gastos, que no tienen otra actividad que no sea sustentar a sus dirigentes, que cobran doscientos mil euros al año. Que las televisiones autonómicas cuestan a España 20 000 millones de euros mientras que el recorte de salarios dará a las arcas públicas solamente 5 000 millones de euros. ¿Para qué sirven las televisiones autonómicas? Para alabar al presidente autonómico de turno.

Ahora en Andalucía dicen que van a empezar a quitar empresas públicas. No me fío un pelo. ¿Por qué eran necesarias esas empresas anteayer? Para colocar a los amiguetes.


Ayer disfrutamos bastante de la huelga aunque parezca una contradicción. Como ya conté, se me ocurrió rematar las sobras de mi cumpleaños y los compañeros se animaron y llevaron muchísimas cosas. Éramos 6 y montamos una buena comilona: nos cepillamos tres botellas de vino tinto, calamares en su tinta, mejillones al natural y con salsa de vieiras, una tortilla de patata hecha por una compañera, pimientos con atún, toda clase de embutidos, incluyendo una exquisita cecina y otras maravillas. Otro de los compañeros compró pasteles en Mallorca, que estaban para chuparse los dedos.

La verdad es que terminé un poco "alegre" después de bebernos las 3 botellas de vino tinto (Rioja y Ribera del Duero).

Firmamos nuestra presencia por la mañana (además de fichar al llegar a la oficina) y firmamos por la tarde para demostrar nuestra presencia en el trabajo. Creo que los huelguistas en nuestro edificio ha sido inferior al 5%.

Al salir estaba la manifestación convocada por algunos sindicatos que se aguó por la lluvia. Como estaba un poco "alegre", al volver a casa no tenía conciencia de haber fichado de salida. A pesar de haber firmado dos veces a lo largo del día, ayer no era el día oportuno para olvidarse de fichar, así que volví y fiché. Hoy he descubierto que sí había fichado, así que hice un viaje en balde.


En el metro de vuelta estuve entretenidísimo leyendo uno de los panfletos que repartían: estaban tan anticuados como mis tías monjas ya que se han quedado anclados en los años 50 (no sé si del siglo XX o del XIX).