Hay momentos en que haces algo que te pide el cuerpo o que te dicta tu conciencia y, sin valorar sus consecuencias, tienen más alcance de lo que esperabas. El famoso efecto mariposa.
Hoy recibí otro mail en contestación al que le envié a la maciza caribeña. Hay párrafos que es mejor transcribir:
“La computadora está en el piso de arriba y mi abuelo hacía como 1 año que no subía las escaleras, porque usa bastón, y todos le hicimos fiesta porque las subió para ver las fotos jeje... Al comienzo cuando le comenté que habías escrito no quiso que le leyera el mail (Aquí entre nos; es porque le daba pena llorar ante mi) Pero luego entre juegos le leí un poco de lo que me decías y le mostré las fotos…”
“…me pidió que le tomara unas fotos nuevas para enviártelas, realmente se emocionó mucho, y también me contó cómo fue la historia de amor de tus padres…”
“Fue muy lindo que mi abuelo me contara esta historia; a él le cuesta establecer largas conversaciones porque tuvo un accidente cerebro vascular hace 5 años, que le afecto la parte del lenguaje; sin embargo ¡me la contó con total fluidez!”
Así que sin pretenderlo, a este hombre se le ha dado una pequeña alegría contándole lo que les quería mi padre y lo que sigue queriéndoles mi madre a pesar de que no nos hayamos visto desde hace más de 30 años y vivan al otro lado del océano.
Hay ciertas cosas que no cuestan nada y que no tienen precio.
Ferragosto
Hace 3 meses
2 comentarios:
es de necios confundir valor y precio. machado
la verdad es que sí es cierto que cuesta poco hacer feliz a una persona. Siempre pensamos en regalos caros y si no lo es, pensamos que no merece ni vale la pena regalarlo; pero siempre hay algo mejor que un regalo.
Quizá esas fotos o bien un abrazo o una invitación a salir, se agradece más que algo caro.
De ahí que una y otra vez nos acabemos sorprendiendo cuando ocurren estas cosas.
Un saludo y sigue escribiendo.
Pd.- no estés triste por la lejanía respecto a la persona que quieres porque algún día se convertirá en proximidad.
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