viernes, 24 de agosto de 2007

Tocando el cielo

Hoy toqué de nuevo el cielo con la punta de los dedos: volé a Madrid y me esperaba M. en el aeropuerto.

Después de un día de trabajo demencial, de dejar preparada la casa para una ausencia significativa, de preparar maletas, deaguantar tonterías a algunos interesados (los interesados son los clientes en la Administración), llegué al aeropuerto muy estresado, porque además, había atasco para ir allí por causa de un accidente... y no iba con mucho margen. Menos mal que había obtenido la tarjeta de embarque por internet, así que iba más tranquilo.

En el aeropuerto llamé a Drichal. ¡Bendita la hora! No me acordaba que me había encargado un perfume. Así que de paso, compré otro que me había encargado mi hermana y espuma de afeitar y desodorante en formato de viaje.

El vuelo fue estupendo: salió con una puntualidad muy aceptable y llegó exactamente a la hora prevista en el billete. Lo peor fue que con todo el ajetreo no pude comer, y cuando en el avión pedí el "plato caliente", me dijeron que se les había agotado (más bien creo que no subieron ninguno al avión, porque fui de los primeros en pedir). Así que me tuve que conformar con un sandwich.

Al principio me gustó mirar por la ventanilla (siempre pido pasillo, así que fue una novedad para mi) porque sbrevolamos Fuerteventura y Lanzarote. Recordé los viajes que he hecho allí últimamente, y con cierta amargura el de Fuerteventura, porque estaba en un lugar paradisiaco pero donde apenas disfruté por la carga de trabajo y los recuerdos.

Lo mejor estaba a la llegada: me estaban esperando Drichal y M. Estaba supercansado, y para estas cosas soy muy cortado en público, así que me dio un poco de corte darle un beso a tornillo en pleno aeropuerto, rodeados de gente... aunque era lo que me apetecía. Bueno, nos desquitamos en el coche mientras Drichal conducía.

Drichal nos ha encargado algo de ropa "moderna" (de imitación, por supuesto) para que le compremos en Estambul. Ya le he dicho a M. que algo de eso me compraré, para los días en que me apetece dar la nota y su respuesta ha sido "ya veremos" (lo que responde a su pensamiento "¡ni de coña!").

Mi madre nos invitó a cenar, y el pobre M. estaba NERVIOSO. Pero bueno, todos los cortes se quedan atrás con lo habladores que son Drichal y mi madre. Yo no he hablado mucho porque estoy agotadísimo física y mentalmente, de hecho he dormido en el avión, cosa que es muy extraña en mi, que soy bastante malo para eso de dormir en medios de locomoción por cierto accidente de coche cuando era pequeño...

(Fuente)

En el coche hubo muchos besos, realmente los necesitaba. Son fuente de vida. ¡Qué ganas de estar en Estambul y despertarme cada día con sus besos!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo siempre me pido ventanilla, y salvo una vez que me quede sin ella, soy de los que va con el careto pegado a la ventana, es precioso, ya te queda muuu poquito pa estar agarradito en estambul, y lo de la ropa nada a escondidas, que luego ties que dar el cante y no tienes con que. un abrazo y muy buen viaje y estancia.

rickisimus2 dijo...

¡Gracias!